VIVIENDO EN OTROS MUNDOS DEL SISTEMA SOLAR: COMETA HALLEY


 Imaginando la presencia humana en el más famoso de los cometas:  Halley.




 Ya hemos completado un notable "tour" por alguno de los lugares más interesantes del Sistema Solar, mirando en cada uno de ellos hasta que punto sería un buen lugar para instalar nuestro nuevo hogar. Los resultados no son demasiado optimistas. Marte es parecido a La Tierra en muchos aspectos, aunque su tenue atmósfera nos obligaría a llevar siempre trajes espaciales cuando saliéramos al exterior, Titán es como nuestro planeta en versión gélida, pero tiene una atmósfera con una presión superficial tan parecida a la terrestre que sería el único lugar donde trajes diseñados para compensar presiones extremas (por lo negativo o por lo excesivo) no serían necesarios. Y estos son las mejores opciones. Otros lugares tienen su propio encanto, pero ciertamente son todo, menos hospitalarios.

Estamos ya a punto de dejar el Sistema Solar, pero decidimos hacer una última parada. Esta vez no serán planetas, lunas o asteroides, sino un miembro de la extraña y al mismo tiempo fascinante familia de los cometas. Hay muchos donde elegir, pero no apuntaremos bajo en nuestras ambiciones. Queremos visitar al más famoso de todos, y este es sin lugar a dudas el Halley. Para el Universo es uno más de tantos, pero para los terrestres, tan proclives a "humanizar" objetos inanimados, es algo más, es parte de su historia, el primero del que supimos que regresaba cada cierto tiempo. No es extraño que su denominación oficial sea 1P/Halley.

Las únicas fotografías que tenemos de el nos la ofreció la sonda Giotto. No son gran cosa, pero en su momento fueron un logro espectacular, y nos sirven para saber que nos dirigimos a un cuerpo no solo pequeño (aunque mucho mayor que el ahora famoso 67P/Churyumov-Gerasimenko) sino muy irregular, lo que denota su tenue campo gravitatorio Cuando éste es lo suficientemente intenso termina generando una esfera, pero este no es el caso. Así que no resulta sencillo encontrarlo, ya que ahora, situado en algún punto entre las órbitas de Urano y Neptuno, esta "dormido", sin rastro de la actividad que, cuando se aproxima al Sol, lo convierte en el gran y brillante cometa que vemos en el firmamento.Y para empeorar las cosas, el Halley es extremadamente oscuro, tanto como el Carbón. Los cometas son seres brillantes con el corazón negro. 

Una vez ponemos en pié sobre el, pronto su extraña naturaleza se revela ante nosotros, especialmente a causa de su baja gravedad, equivalente a la que tendría en Everest si con hercúlea fuerza lo arrancásemos de La Tierra y lo pusiéramos en el espacio. Una prueba práctica nos lo deja bien claro: Tomamos un pequeño peso que llevamos para la ocasión, nos lo ponemos a la altura del pecho y lo soltamos. Y como si fuera una versión espacial de Matrix, todo parece ocurrir en cámara lenta. Nada menos que 2 minutos tarda en tocar el suelo. Eso explica lo irregular de su forma y las extrañas sensaciones que genera. En la Tierra y otros cuerpos esféricos, la gravedad se dirige directamente hacia "abajo". Pero aquí esta nos arrastra hacia abajo o hacia un lado, dependiendo de donde estemos.

Todo es, por tanto, muy ligero, casi sin peso, pero eso, lejos de ser una ventaja implica serios peligros, y es que incluso un impulso que en La Tierra nos elevaría 20 Centímetros aquí nos lanzaría al espacio de forma definitiva. No es un buen lugar para hacer actividades físicas ni dedicarse a la construcción de una base, al menos si no está todo bien sujeto a la superficie. No falta decir lo incómodo que resultaría. 

Con una extensión total de 365 Kilómetros cuadrados, no hay mucho terreno que explorar, aunque sin duda podemos encontrar cosas interesantes. Cráteres de impacto, cavidades formadas a partir de la sublimación del material, colinas (visibles en las imágenes de Giotto), antiguos pozos por donde posiblemente fluyó el material durante encuentros recientes con el Sol, fracturas fruto de esa misma actividad, así como dunas y grandes rocas desplazadas cuando esta llegó a su apogeo conforman los rasgos más característicos que decoran una superficie polvorienta y oscura. La idea de los cometas como una simple "bola de nieve sucia" parece ahora plenamente desfasada. Es evidente que contiene mucha agua (no debemos preocuparnos por ello) y otros hielos volátiles, pero están casi todos escondidos, cubiertos por el polvo, el material no volátil, acumulado a lo largo del tiempo. No nos extraña que algunos cometas, al final, terminen deteniendo toda actividad y mutando en asteroides.

Si hubiésemos llegado varias décadas atrás, durante su último paso por el Perihelio, las cosas habrían estado más movidas, con el cometa presentado grandes zonas activas y rodeado de una nube de partículas tan densa (la Coma), que impediría que viéramos las estrellas, y durante el día nos daría la impresión de estar sumergidos en una densa niebla, con una luz difusa iluminando todo nuestro entorno, con temperaturas que en el momento de máxima aproximación, algo más cerca de lo que está La Tierra, podrían elevarse hasta los +70 Cº. Pero no es este el caso. Nos encontramos muy lejos del Sol, ahora convertido de nuevo en un punto, más allá de Urano y cerca de la órbita de Neptuno, y el Halley duerme, sumergido en una profunda hibernación de la que no despertará hasta 2062.

Le dejaremos dormir. Ojala las generaciones futuras puedan disfrutar de su regreso aún muchas veces más antes de que su vida se agote. Otros cometas vendrán a cubrir su lugar, pero nunca podrán cubrir su leyenda. Nos despedimos del Halley y le deseamos un buen viaje de regreso al Sol. Junto al contrario que nosotros, que ya miramos más allá, hacia la estrellas llenas de mundos por explorar.


FUENTE: What It Would Be Like to Live On a Comet

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