RESPLANDECIENTE OSCURIDAD..!!
Adentrándonos en una de las más famosas nebulosas de polvo interestelar y visible a simple vista desde el Hemisferio Sur. Nuestros ojos se sienten atraídos por el brillo de las estrellas y los planetas, por el tenue resplandor de la Vía Láctea, por la luminosa cara de La Luna, aunque en realidad no sea más que un pobre espejo de la luz solar. En la inmensidad de la noche, rodeados por las tinieblas del grandioso Universo que se extiende sobre nuestras cabezas, es el lugar más natural donde centrar nuestra mirada. Pero no siempre. En ocasiones la oscuridad, al mismo tiempo temida y amada, puede ser igual de resplandeciente. Este es el caso de la nebulosa Saco de Carbón.
Situada a 600 años luz de distancia, en la constelación de la Cruz del Sur, su negra silueta se recorta como un fantasma sobre la banda luminosa y estrellada de la Vía Láctea y, por esta razón es conocida desde el día que los primeros seres humanos comenzaron a poblar el hemisferio sur, mucho más agraciado por las bellezas del Cosmos que su contrapartida norteña. Pero con la mayor parte de la Humanidad concentrada en este último, donde también se concentra la mayor parte de las tierras emergidas, pasaría mucho tiempo antes de que fuéramos conscientes de su existencia.
El primer habitante del Norte en darla a conocer, en 1499, fue el explorador españolVicente Yáñez Pinzón. Durante un tiempo se la conoció como la Nube Oscura de Magallanes, un juego de palabras dado su negro aspecto en comparación con el brillante resplandor de las dos nubes de Magallanes, galaxias satélite de la Vía Láctea, igualmente desconocidas hasta el viaje de Fernando de Magallanes en el siglo XVI, de ahí su nombre. El cielo del Sur estaba lleno de joyas que Europa solo conoció cuando los primeros exploradores avanzaron hacia el Sur y cruzaron el ecuador, desvelando el firmamento que se escondía más allá del horizonte del viejo mundo.
Sin embargo, Saco de Carbón no es una galaxia. Se trata de una nube interestelar de polvo tan espesa que impide el paso de la luz de las estrellas del fondo, de ahí que la veamos, no directamente, sino el aparente vacío que parece crear en lo que, por otra parte, es un tapiz continuado de estrellas. Su corazón, que apenas tiene un 10% de la luminosidad del espacio circundante está formado de gas y partículas de polvo, que tienen sobre su superficie capas de agua congelada, nitrógeno, monóxido de carbono y otras moléculas orgánicas simples. Un muro que bloquea la luz estelar, aunque no del todo, como revela esta imagen. Algo de ella puede pasar, pero más enrojecida de lo que debería ser, ya que la luz azul es absorbida y dispersada en mayor medida que la roja. Por eso las estrellas que podemos entrever a través de ella tienen este tono.
Tan densa como transitoria, y por extraño que parezca, es el principio del camino hacia lo opuesto. Las densas nubes interestelares como esta contienen inmensas reservas de polvo y gas, el combustible para formar nuevas estrellas.Y del Saco de Carbón saldrá una nueva generación estelar, que con el tiempo disipará lo que una vez fue una profunda oscuridad, tan profunda, rodada como estaba de un mar de estrellas, que por extraño que parezca casi resplandeció con luz propia.
La nebulosa con un campo de visión más amplio. Este rico paisaje forma parte, visto desde la Tierra, de la pequeña constelación de la Cruz del Sur. La estrella brillante es Alfa Crucis, también conocida como Acrux, una de las cuatro estrellas que conforman la famosa forma de Cruz.
La nebulosa Saco de Carbón (Coalsack Nebula) recortándose sobre la Vía Láctea. A su alrededor otras joyas del hemisferio Sur, como las galaxias Gran y Pequeña Nube de Magallanes.
La zona del firmamento austral donde podemos localizar el Saco de Carbón. Las estrellas mostradas aquí son visibles a simple vista en una noche despejada. La nebulosa propiamente dicha puede ser vista fácilmente sin telescopio como un área oscura superpuesta sobre el resplandor de la Vía Láctea.
Un saco de carbón cósmico
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