¿Y si la Tierra es especial?
Desde que Copérnico quitara a la Tierra del centro del Sistema Solar (que era lo mismo que el Universo en esa época) el principio copernicano ha guiado el conocimiento humano.
Así por ejemplo, una posible solución que se dio en su día a la energía oscura fue que era un espejismo producido porque nuestra Vía Láctea estaba en un lugar del Universo más bien vacío de otras galaxias.
El principio copernicano decía que esto no podía ser, pues eso significaría que ocupábamos un lugar especial en el Cosmos. Más tarde se ha comprobado que no estamos en un lugar especialmente vacío del Cosmos y no hizo falta invocar este principio, aunque a posteriori se cumpliese en este caso.
Sin embargo, el principio copernicano no es más que un principio filosófico, no científico. Simplemente trata de contrarrestar ese prejuicio de sentirnos especiales que tantas veces hemos tenido, generalmente basado en cuestiones religiosas.
En la mayor parte de las ocasiones se cumplirá, pero no necesariamente siempre.
Un tema que corroe al ser humano desde hace tiempo es saber si estamos o no estamos solos en el Universo. No sabemos si hay vida en otros lugares. A falta de pruebas tenemos, eso sí, opiniones al respecto.
En los últimos años hemos podido comprobar la existencia de planetas en otros sistemas solares. Objetos a los que hemos llamado exoplanetas. Mucho de ellos han sido encontrados gracias a la misión Kepler. Telescopio que estuvo unos pocos años mirando hacia una zona específica del cielo en busca de tránsitos y que ahora está viviendo una segunda juventud en otra misión similar, aunque no tan fructífera.
En los últimos años hemos podido comprobar la existencia de planetas en otros sistemas solares. Objetos a los que hemos llamado exoplanetas. Mucho de ellos han sido encontrados gracias a la misión Kepler. Telescopio que estuvo unos pocos años mirando hacia una zona específica del cielo en busca de tránsitos y que ahora está viviendo una segunda juventud en otra misión similar, aunque no tan fructífera.
En el catálogo de Kepler hay multitud de planetas y la mayoría de ellos no se parecen a la Tierra. De hecho ni siquiera tenemos ejemplos de muchos de ellos en nuestro sistema solar, como el caso de las supertierras.
Lo malo es que casi todo lo que sabemos sobre exoplanetas proviene de esta parte concreta de nuestra galaxia y, quizás, no sea generalizable, pues las estrellas de una misma región suelen tener composiciones similares, lo que determina la existencia y naturaleza de los posibles planetas que haya.
Encima, el problema con el que nos podemos encontrar es; tanto en la técnica de tránsito como en la de velocidad radial por Doppler hay un sesgo hacia detectar planetas grandes que orbiten cerca de su estrella.
La Tierra es relativamente pequeña y orbita lejos, por lo que una gemela de ella es muy difícil de encontrar. Esto nos dice que quizás los planetas como la Tierra no estén bien representados en estas medidas, pese a que quizás existan por ahí afuera, y que el catálogo sea incompleto.
Una cosa sí es cierta. Las estrellas más abundantes en nuestra galaxia son de clase espectral M (enanas rojas) y no de clase G como el Sol, así que la Tierra ya es un poco especial por el tipo de estrella alrededor de la cual orbita.
Ya se están desarrollando nuevas técnicas que permitirían detectar planetas como la Tierra con mayor facilidad. Puede que en un futuro se financien misiones espaciales que lo permitan y sepamos si hay o no sesgo al respecto de este tema.
Mientras tanto nos podemos conformar con modelos computacionales. Recientemente se han publicado en ArXiv los resultados de uno de ellos y parece que nos dice que la Tierra es un tanto especial y que el principio copernicano no se cumple siempre. Muchas galaxias no serían como la Vía Láctea y los planetas, en general, serían más viejos que la Tierra.
Erik Zackrisson (Universidad de Uppsala) y sus colaboradores crearon un modelo computacional en el que se parte de un mini-universo en el que se forman galaxias, estrellas y planetas según las leyes de la Física conocida.
Entonces dejan evolucionar este sistema hasta alcanzar los 13800 millones de años de edad de nuestro Universo real.
Obviamente hay que tomar todas las cautelas posibles sobre este tipo de modelo, pues es el primero en su clase. Pero es increíble que se haya podido ya llegar a simular algo así.
Encuentran que la edad media de los planetas rocosos en el universo local es de unos 8000 millones de años (3000 millones más viejos que la Tierra) y que se encuentra en galaxias esferoidales con una masa la mitad de la Vía Láctea. Un tercio de este tipo de planetas orbitan estrellas cuya gama de metalicidad (abundancia de elementos pesados) permitiría que fueran detectables.
Los resultados permiten obtener una estadística que ayude a los astrónomos a entender mejor nuestro lugar en el Cosmos.
Obviamente hay que tomar todas las cautelas posibles sobre este tipo de modelo, pues es el primero en su clase. Pero es increíble que se haya podido ya llegar a simular algo así.
Encuentran que la edad media de los planetas rocosos en el universo local es de unos 8000 millones de años (3000 millones más viejos que la Tierra) y que se encuentra en galaxias esferoidales con una masa la mitad de la Vía Láctea. Un tercio de este tipo de planetas orbitan estrellas cuya gama de metalicidad (abundancia de elementos pesados) permitiría que fueran detectables.
Los resultados permiten obtener una estadística que ayude a los astrónomos a entender mejor nuestro lugar en el Cosmos.
El caso, según este resultado, la Tierra constituiría una desviación moderada del principio copernicano y nuestro planeta sí sería especial. Entonces seríamos el resultado de un improbable premio de lotería cósmica o, simplemente, no entendemos bien cómo funciona esa lotería, como dice Zackrisson.
Según sostiene Max Tegmark (del MIT y no involucrado en este estudio) la Tierra sería una flagrante violación de principio copernicano, pues su edad es muy escasa. Según él habría civilizaciones que podrían adelantarnos en 3500 millones de años y que, sin embargo, no han colonizado la galaxia al completo (otra vez la paradoja de Fermi).
Para este investigador la explicación más razonable es que hay muy pocos planetas en donde aparezca por evolución la vida inteligente. Así que sí seríamos muy espaciales. Dejándose llevar por la excitación y un exacerbado optimismo, Tegmark sugiere que si a veces nos sentimos insignificantes podemos contrarrestar ese sentimiento con la posibilidad de que al final el Universo bulla de vida gracias a nosotros en un futuro muy distante.
O puede que todo dependa de lo que llamemos especial. ¿Es especial aquello que hace a la Tierra diferente o aquello que favorece la vida sobre la misma?
¿Ser diferente es sinónimo de ser especial? Puede que incluso planetas como el nuestro favorezcan menos la vida que otros diferentes.
Para un habitante de una supertierra que lleve girando alrededor de una estrella de clase K (algo que se ha llamado mundo superhabitable) durante 8000 millones de años nuestro mundo le parecerá que no es especial y él se sentirá afortunado de vivir en un planeta que ha conservado las condiciones de habitabilidad durante tanto tiempo. Un planeta como la Tierra le parecerá poco propicio para la vida. Aunque si su civilización ha vivido tanto la sabiduría que pueda haber alcanzado será tal que seguro que estas disquisiciones le serán infantiles.
Para un habitante de una supertierra que lleve girando alrededor de una estrella de clase K (algo que se ha llamado mundo superhabitable) durante 8000 millones de años nuestro mundo le parecerá que no es especial y él se sentirá afortunado de vivir en un planeta que ha conservado las condiciones de habitabilidad durante tanto tiempo. Un planeta como la Tierra le parecerá poco propicio para la vida. Aunque si su civilización ha vivido tanto la sabiduría que pueda haber alcanzado será tal que seguro que estas disquisiciones le serán infantiles.
En todo caso quizás debamos considerar la posibilidad de que estemos solos en la práctica, que otras civilizaciones sean escasas o nulas y que encima el vuelo interestelar no sea imposible. También que nuestro frágil punto azul pálido es nuestro único posible hogar en el Cosmos y que lo tenemos que conservar a toda costa. La Tierra siempre será especial para nosotros y puede que para todos si la vida o la inteligencia son muy escasas.
Fuente: http://neofronteras.com/?p=4881
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