Un mundo arrastrado por el viento..!!
MAVEN confirma y cuantifica la atmósfera de Marte perdida en el espacio.
Existen diversos caminos por lo que un planeta puede perder su cobertura gaseosa, de haberla tenido en algún momento. Por ejemplo, pueden ocurrir reacciones químicas que vayan atrapando los gases en forma de minerales, como de hecho ocurrió con buena parte del Co2 de La Tierra. El que flota a nuestro alrededor, el que encontramos en forma de gas, fuente de vida para los organismos foto-sintéticos y de preocupaciones por su excesiva acumulación a causa de la actividad humana, es una muy ínfima parte del que existe en realidad en nuestro planeta. Pero ese no es el caso de Marte y su tenue atmósfera, que no lo fue en el pasado.
Exploradores como MAVEN, que directamente está realizando zambullidas periódicas en ella para realizar mediciones directas, han permitido determinar que es el viento solar, que la ausencia de un campo magnético global como el terrestre nada detiene y llega hasta las mismas capas altas de la atmósfera, quién a lo largo de miles millones de años la fue erosionando, arrastrando buena parte de sus gases hacia las profundidades del espacio. Ahora, esta misma sonda nos ofrece datos más concretos sobre la magnitud de esta pérdida y como fue desarrollándose a lo largo del tiempo, gracias a sus datos sobre la concentración de dos isotopos del argón (Ar), un gas noble que no reacciona químicamente con otros elementos y por tanto no queda secuestrado en las rocas.
Esto hace que la única forma de que desaparezcan es su expulsión al espacio por efecto de la colisión con los iones energéticos del viento solar (lo que se conoce como pulverización catódica). Y la clave está en el isotopo de argón más liviano es más abundante que el más pesado, por lo que el primero tiene mayor probabilidad de ser eyectado de la atmósfera. Esto permitió, viendo la abundancia real de uno y otro, estimar el 66 % ha desaparecido desde el nacimiento mismo del planeta, lo que a su vez permitió medir la disminución de otros gases por el mismo mecanismo, como el dióxido de carbono.
Existen diversos caminos por lo que un planeta puede perder su cobertura gaseosa, de haberla tenido en algún momento. Por ejemplo, pueden ocurrir reacciones químicas que vayan atrapando los gases en forma de minerales, como de hecho ocurrió con buena parte del Co2 de La Tierra. El que flota a nuestro alrededor, el que encontramos en forma de gas, fuente de vida para los organismos foto-sintéticos y de preocupaciones por su excesiva acumulación a causa de la actividad humana, es una muy ínfima parte del que existe en realidad en nuestro planeta. Pero ese no es el caso de Marte y su tenue atmósfera, que no lo fue en el pasado.
Exploradores como MAVEN, que directamente está realizando zambullidas periódicas en ella para realizar mediciones directas, han permitido determinar que es el viento solar, que la ausencia de un campo magnético global como el terrestre nada detiene y llega hasta las mismas capas altas de la atmósfera, quién a lo largo de miles millones de años la fue erosionando, arrastrando buena parte de sus gases hacia las profundidades del espacio. Ahora, esta misma sonda nos ofrece datos más concretos sobre la magnitud de esta pérdida y como fue desarrollándose a lo largo del tiempo, gracias a sus datos sobre la concentración de dos isotopos del argón (Ar), un gas noble que no reacciona químicamente con otros elementos y por tanto no queda secuestrado en las rocas.
Esto hace que la única forma de que desaparezcan es su expulsión al espacio por efecto de la colisión con los iones energéticos del viento solar (lo que se conoce como pulverización catódica). Y la clave está en el isotopo de argón más liviano es más abundante que el más pesado, por lo que el primero tiene mayor probabilidad de ser eyectado de la atmósfera. Esto permitió, viendo la abundancia real de uno y otro, estimar el 66 % ha desaparecido desde el nacimiento mismo del planeta, lo que a su vez permitió medir la disminución de otros gases por el mismo mecanismo, como el dióxido de carbono.
"Determinamos que la mayor parte del CO2 del planeta también se ha perdido en el espacio por pulverización", explica Jakosky, que lideró este estudio, y señala que "hay otros procesos que pueden eliminarlo, por lo que esto da la cantidad mínima que se ha perdido en el espacio". Los autores sugieren que su atmósfera probablemente haya sido igual de gruesa a la de La Tierra, pero compuesta principalmente de dióxido de carbono, y que la mayor parte de este y otros gases atmosféricos se han perdido, lo que ha provocado los enormes cambios en el clima del planeta rojo desde su formación."Esto ha contribuido a la transición del clima templado, caliente y húmedo que tuvo Marte en el pasado a la fría, seca y delgada atmósfera que conserva hoy" En la actualidad el agua líquida, esencial para la vida, no es estable en la superficie. Sin embargo, los lechos secos de antiguos ríos y lagos observados en el planeta rojo, así como algunos minerales que sólo se forman en su presencia, señala que las cosas pudieron ser diferentes en el pasado.
El joven Sol desplegaba un viento solar y una luminosidad ultravioleta mucho más intensa que en la actualidad, en una fase mucho más estable de su existencia, por lo que la pérdida atmosférica también debió ser mucho más fuerte, suficiente para condicionar de forma decisiva el clima y la habitabilidad del planeta en esas primeras etapas. Es posible que la vida microbiana pudiera haber existido en la superficie, pero que a medida que el planeta se enfriaba y se secaba, se fuera retirando al subsuelo o forzada a concertarse en los raros oasis superficiales supervivientes. El lago que podría haber llenado el cráter Gale podría haber sido uno de ello.
Todo esto añade una nueva pieza más al ya complejo puzzle del pasado marciano, con hallazgos que en ocasiones se complementan y en otros casos parecen apuntar a direcciones opuestas. Lejos de estar completando una imágen definitiva de como fue Marte en la antigüedad, justo estamos construyendo la sólida base a partir de la cual seguirán desarrollándose las misiones del futuro, incluidas las tripuladas. Y es que seguramente serán los humanos que un día pisen el planeta rojo, estudiándo el planeta de forma directa y no desde la distancia, los que ofrezcan las respuestas definitivas.
La perdida atmosférica de Marte a lo largo del tiempo, según datos de MAVEN.
Así perdió Marte su atmósfera
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