LA QUÍMICA DE LA VIDA, SON UNIVERSALES.
Este nuevo enfoque sugiere que los componentes de la vida son muy comunes en el universo
Descubiertas moléculas orgánicas complejas en un joven sistema estelar en formación.
¿Cual fue el origen de la vida? Aunque existen teorías más menos sólidas que buscan explicar esa clave, dar un poco de luz a ese momento en que las primeras moléculas complejas comenzaron a autoreplicarse, lo cierto es que aún estamos lejos de entenderlo realmente. De lo contrario ya habríamos logrado replicarlo en laboratorio. Pero aunque no conocemos exactamente la "receta", si sabemos los ingredientes de la misma. Y como ocurre en el complejo mundo de la gastronomía, de una cosa a otra hay un abismo, pero que estos existan de forma abundante es el mejor prueba, por indirecta que sea, de que la vida tiene que estar presente a gran escala también, no solo en La Tierra, sino en innumerables mundos a lo largo de esta y otras galaxias. Es lo que estamos buscando, y como detectives infiltrados en una selecta cocina, seguimos avanzado, lentamente pero sin pausa, en pos de ese objetivo.
Los cometas conservan, desde el periodo en que se formaron los planetas, la información original de la química temprana del Sistema Solar, de ahí que sean objetivos de exploración de primer orden. Se cree que estos y los asteroides enriquecieron al joven planeta Tierra con agua y moléculas orgánicas, ayudando a preparar la etapa en la que se desarrollaría la vida primigenia. "Los estudios muestran que la nebulosa solar que generó al Sol y los planetas era rica en agua y compuestos orgánicos complejos", señala Karin Öberg, astrónoma del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica de Cambridge, Massachusetts (EE.UU.). Pero como en muchos otros aspectos, no somos únicos.
La estrella MWC 480 tiene aproximadamente dos veces la masa del Sol, y se encuentra a unos 455 años luz, en la conocida como región de formación estelar de Tauro. Su disco circundante está en las primeras etapas de desarrollo, ha empezado a condensarse a partir de una fría y oscura nebulosa de gas y polvo, lo que con el tiempo le llevará posiblemente al desarrollo de su propio sistema planetario. Tanto ALMA como otros telescopios así lo han detectado, aunque deberemos esperar a observaciones de mayor resolución podrían revelar estructuras similares a las de, por ejemplo, HL Tauri, que es de una edad similar y se encuentra en una fase de su evolución parecida. Pero lo importante aquí es la "receta química" que se está arremolinando alrededor de ella.
Desde hace un tiempo, los astrónomos saben que las oscuras y frías nubes interestelares son eficientes fábricas de moléculas orgánicas complejas, incluyendo las conocidas como cianuros, que como su nombre indica ciertamente no serían muy saludables para nosotros, pero que son importantes (especialmente el cianuro de metilo), porque contienen enlaces carbono–nitrógeno, esenciales para la formación de los aminoácidos, la base para la creación de las proteínas y constituyen los componentes esenciales para la construcción de la vida.
Sin embargo, hasta ahora no estaba muy claro si estas mismas moléculas orgánicas complejas se forman y sobreviven de forma habitual en el ambiente energético y hostil de un sistema solar en formación. La llegada de ALMA finalmente nos ofrece una respuesta, por lo demás prometedora desde un punto de vista biológico: Los astrónomos han podido comprobar, en las últimas observaciones, que estas moléculas no sólo sobreviven, sino que prosperan."Ahora tenemos aún más evidencias de que esta misma química existe en otras partes del universo, en las regiones que podrían formar sistemas solares no muy distintos al nuestro". especialmente interesante interesante resulta el hecho de que las moléculas que se encuentran en MWC 480 también se encuentran en concentraciones similares en los cometas del Sistema Solar.
Y lo más importante: las moléculas detectadas por ALMA son mucho más abundantes que las halladas en las nubes interestelares. Esto revela a los astrónomos que los discos protoplanetarios no solo mantienen las que heredan de estas últimas, sino que son muy eficientes en la formación de moléculas orgánicas complejas y que son capaces de formarlas en escalas de tiempo relativamente cortas.
Dado que este sistema continúa evolucionando, los astrónomos especulan que es probable que las moléculas orgánicas, protegidas en el interior de cometas y otros cuerpos helados, sean transportadas a entornos más enriquecedores para la vida. "Gracias al estudio de exoplanetas, sabemos que el Sistema Solar no es el único que tiene tantos planetas o el único que cuenta con abundancia de agua", concluye Öberg. "Ahora sabemos que tampoco somos únicos en cuanto a nuestra química orgánica. Una vez más, hemos aprendido que no somos especiales. Desde el punto de vista de la vida en el universo, es una buena noticia". Y es que nunca no serlo fue una noticia tan maravillosa.
Los cometas conservan, desde el periodo en que se formaron los planetas, la información original de la química temprana del Sistema Solar, de ahí que sean objetivos de exploración de primer orden. Se cree que estos y los asteroides enriquecieron al joven planeta Tierra con agua y moléculas orgánicas, ayudando a preparar la etapa en la que se desarrollaría la vida primigenia. "Los estudios muestran que la nebulosa solar que generó al Sol y los planetas era rica en agua y compuestos orgánicos complejos", señala Karin Öberg, astrónoma del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica de Cambridge, Massachusetts (EE.UU.). Pero como en muchos otros aspectos, no somos únicos.
La estrella MWC 480 tiene aproximadamente dos veces la masa del Sol, y se encuentra a unos 455 años luz, en la conocida como región de formación estelar de Tauro. Su disco circundante está en las primeras etapas de desarrollo, ha empezado a condensarse a partir de una fría y oscura nebulosa de gas y polvo, lo que con el tiempo le llevará posiblemente al desarrollo de su propio sistema planetario. Tanto ALMA como otros telescopios así lo han detectado, aunque deberemos esperar a observaciones de mayor resolución podrían revelar estructuras similares a las de, por ejemplo, HL Tauri, que es de una edad similar y se encuentra en una fase de su evolución parecida. Pero lo importante aquí es la "receta química" que se está arremolinando alrededor de ella.
Desde hace un tiempo, los astrónomos saben que las oscuras y frías nubes interestelares son eficientes fábricas de moléculas orgánicas complejas, incluyendo las conocidas como cianuros, que como su nombre indica ciertamente no serían muy saludables para nosotros, pero que son importantes (especialmente el cianuro de metilo), porque contienen enlaces carbono–nitrógeno, esenciales para la formación de los aminoácidos, la base para la creación de las proteínas y constituyen los componentes esenciales para la construcción de la vida.
Sin embargo, hasta ahora no estaba muy claro si estas mismas moléculas orgánicas complejas se forman y sobreviven de forma habitual en el ambiente energético y hostil de un sistema solar en formación. La llegada de ALMA finalmente nos ofrece una respuesta, por lo demás prometedora desde un punto de vista biológico: Los astrónomos han podido comprobar, en las últimas observaciones, que estas moléculas no sólo sobreviven, sino que prosperan."Ahora tenemos aún más evidencias de que esta misma química existe en otras partes del universo, en las regiones que podrían formar sistemas solares no muy distintos al nuestro". especialmente interesante interesante resulta el hecho de que las moléculas que se encuentran en MWC 480 también se encuentran en concentraciones similares en los cometas del Sistema Solar.
Y lo más importante: las moléculas detectadas por ALMA son mucho más abundantes que las halladas en las nubes interestelares. Esto revela a los astrónomos que los discos protoplanetarios no solo mantienen las que heredan de estas últimas, sino que son muy eficientes en la formación de moléculas orgánicas complejas y que son capaces de formarlas en escalas de tiempo relativamente cortas.
Dado que este sistema continúa evolucionando, los astrónomos especulan que es probable que las moléculas orgánicas, protegidas en el interior de cometas y otros cuerpos helados, sean transportadas a entornos más enriquecedores para la vida. "Gracias al estudio de exoplanetas, sabemos que el Sistema Solar no es el único que tiene tantos planetas o el único que cuenta con abundancia de agua", concluye Öberg. "Ahora sabemos que tampoco somos únicos en cuanto a nuestra química orgánica. Una vez más, hemos aprendido que no somos especiales. Desde el punto de vista de la vida en el universo, es una buena noticia". Y es que nunca no serlo fue una noticia tan maravillosa.
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