POR QUÉ EL VOTO ELECTRÓNICO ES UN PELIGRO PARA LA DEMOCRACIA

Artículo publicado por Ian Chipman el 3 de junio de 2016 en la Universidad de Stanford
Un científico de la computación de la Universidad de Stanford dice que el voto por Internet sería un “completo desastre”.
Si, como un número cada vez mayor de personas, estás dispuesto a confiar a Internet para salvaguardar tus finanzas, guiar tu vida amorosa, y puede que incluso conducir tu coche, poder emitir tu voto electrónicamente parecería un paso lógico, incluso atrasado. No hay que perder más tiempo viajando a la mesa electoral sólo para esperar en una larga cola. En lugar de esto, simplemente podrías sacar tu teléfono, emitir tu voto, y seguir con tu día. Suena genial, ¿verdad?
Elecciones
Elecciones Crédito: Yerko Eldan
Desde luego que no, dice el profesor de ciencias de la computación de la Universidad de Stanford David Dill. De hecho, el voto electrónico es una idea tan peligrosa que los científicos de la computación y los expertos en seguridad están casi de forma unánime en su contra.
Dill se implicó inicialmente en el debate del voto electrónico allá por 2003, cuando organizó a un grupo de científicos de la computación para divulgar sobre los riesgos asociados con las máquinas de voto de pantalla táctil que muchos distritos consideraron implementar tras las elecciones de 2000. Desde entonces, las máquinas de voto táctiles sin uso de papel prácticamente han desaparecido, en parte como resultado de las campañas de concienciación de la Verified Voting Foundation, la cual fundó Dill para ayudar a salvaguardar las elecciones federales, estatales, y locales. Pero se ha abierto un nuevo frente con la perspectiva del voto por Internet, como se evidencia en las recientes iniciativas de voto propuestas en California y otros esfuerzos por avanzar hacia el voto por Internet. En este artículo, Dill debate sobre los riesgos del voto por Internet, el desafío por educar a un público cada vez más cómodo con la tecnología, y por qué el papel sigue siendo el mejor método para emitir un voto.

¿Por qué deberíamos recelar sobre la introducción de los computadores, y en particular de Internet, en el proceso de votación?

Los computadores son elementos muy complejos, y no hay una cantidad de recursos razonable que puedan garantizar que el software y el hardware estén libres de errores y no hayan sufrido un ataque malicioso. Los problemas aumentan en complejidad más rápidamente que los métodos para mantenerlos seguros. Desde esta perspectiva, si nos fijamos en un sistema que depende de que los computadores sean perfectos, es una idea realmente mala.
En comparación con las máquinas de voto táctiles, la oportunidad de realizar ataques en Internet es mucho mayor. Supón un envío masivo de correos electrónicos enviados a usuarios ingenuos diciendo que la página para votar ha cambiado y, después de que envíes tu voto y credenciales al sitio web falso, amablemente votará por ti, pero cambiando tu voto. También tienes bots donde millones de máquinas individuales están controladas por una única persona que las usa para enviar spam. Es simplemente un programa durmiente que espera a que alguien llegue y lo use. Piensa en las consecuencias de eso cuando llegue el momento de las elecciones. La gente votaría desde sus ordenadores personales sin saber que están enviando su voto a un intermediario posiblemente hostil que podría cambiarlo. Y ni los votantes, ni los funcionarios encargados de las votaciones, verían nada sospechoso. Respecto al voto secreto, no hay forma de que el votante compruebe que el voto emitido a la oficina de voto sea uno de los que rellenó en su ordenador.

¿Qué problemas podrían generar estos riesgos?

Sin ser paranoicos, hay razones para creer que hay gente que quiere modificar el resultado de las elecciones. Ahora mismo se gastan miles de millones de dólares en esta tarea a través de contribuciones a la campaña, anuncios, asesores políticos y todo eso. Es como tener una joyería. ¿Cómo de bueno tiene que ser el sistema de alarma de tu joyería? Bueno, pues depende de lo cara que sea. ¿Cuál es el valor de controlar la presidencia a los Estados Unidos? Hay gente que estaría muy motivada por lograr algo tan valioso. Esas personas incluirían fanáticos de la política o miembros de la campaña, pero también podrían incluir al crimen organizado, o incluso otros países con grandes recursos.
¿Cuán fácil sería atacar a un sistema de computadores? Bastante, dado que vemos habitualmente noticias sobre robos masivos de datos del gobierno y servidores corporativos. Y hay muchas otras amenazas, incluyendo votantes que no son expertos en seguridad informática y que pueden ser engañados fácilmente, y una potencial corrupción interna por parte de las compañías que generan el software de voto por Internet.
La forma en que yo lo veo es: ¿Cuántas personas tienen que conspirar para amañar actualmente unas elecciones? Con las papeletas de voto en las sedes, para amañar un número significativo tendrías que tener una gran cantidad de trabajadores en las sedes, o muchos votantes fraudulentos, lo cual sería difícil y caro. Con  pantallas táctiles para el voto puede que sólo necesites a unos cuantos programadores. Si el voto se extiende a Internet, por otra parte, las vulnerabilidades son incluso más preocupantes.

¿El voto electrónico podría amenazar a la legitimidad básica de las elecciones?

Desde la perspectiva de confianza en el proceso, el voto por Internet es un completo desastre. Aunque no puedes evitar todos los fraudes electorales, las elecciones deben tener un alto estándar de credibilidad. Tiene que existir la percepción de que no hay fraude. Si tienes un sistema de elección donde puede cometerse fraude y – esto es muy importante – dicho fraude no es detectable, entonces no tienes por qué confiar en el resultado de las elecciones. Y esto es algo muy negativo en una democracia, debido a que el objetivo de toda elección es convencer a las personas que han perdido las elecciones de que lo han hecho de forma justa, y de que el candidato electo es legítimo.

¿Qué puede decirnos sobre los desafíos a los que se enfrenta su organización, Verified Voting?

El peligro del voto por Internet es que es atractivo para mucha gente que usa Internet para otras tareas, y le parece que el voto por Internet sería algo sencillo. No dejan de pedirlo a los científicos de la computación y ni siquiera piensan que sea controvertido. Los legisladores dicen que les parece una gran idea, y escriben un proyecto de ley, y esos proyectos han avanzado sin un debate significativo debido a que parecen algo obvio. No hay un aporte técnico al debate. El desafío es: ¿Cómo concienciar a las personas hasta el punto de que puedan emitir un juicio informado sobre los riesgos del voto por Internet?
Por ejemplo, este año hubo una iniciativa popular para el voto por Internet en California que me hizo temblar. No creo que haya tenido suficientes adhesiones, por lo que por el momento estamos a salvo. Pero en las iniciativas populares es caro educar a las personas sobre los problemas de la tecnología. Ya es bastante difícil mantener a raya a los legisladores, mucho menos al público. Estamos hablando de millones de votantes de California que miran la propuesta y dicen: “Oh, esto parece una buena idea”. Podría ser una pesadilla. Confío en que si la gente realmente aprende y toma un enfoque objetivo sobre la tecnología, concluirá que aún no ha llegado ese momento.

Por último, ¿es el papel la mejor opción y debemos mantenerla?

Sí. El papel tiene algunas propiedades fundamentales que hacen que sea la tecnología adecuada para el voto ahora mismo. Tienes unas marcas más o menos indelebles sobre él. Tienes objetos físicos que puedes controlar. Y todo el mundo la entiende. Si estás en una sede de voto y alguien desaparece con una urna en una sala cerrada y aparece con una sonrisa de suficiencia, ya sabes que hay un problema. Hemos pasado mucho tiempo trabajando en procedimientos con papeletas, y tenemos que pensarlo dos veces antes de arrojar una nueva tecnología al problema. La gente da por hecho el sistema de voto con papeletas, y no comprenden lo cuidadosamente pensado que está.

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